martes, 16 de noviembre de 2010

En busca de una nueva mujer

Intervención en crisis. Coordinación de servicios. Orientación e intervención legal. Atención médica.  Alimentación. Capacitación empresarial. Grupos de apoyo.  Éstos  son algunos de los servicios que ofrece el Hogar Nueva Mujer, en Cayey, a las mujeres que viven alguna situación de violencia doméstica.

El Hogar Nueva Mujer es una institución sin fines de lucro creada para albergar a mujeres, y a sus hijos, sobrevivientes de violencia doméstica. Los servicios de protección y albergue se ofrecen por espacio de 90 días. “Siempre se evalúa si la vida de la participante corre riesgo, porque esa es la prioridad de un albergue. Al ser aceptadas, vienen transportadas por la unidad de violencia doméstica para mayor seguridad”, expresó Carenly Rivera Mercado, trabajadora social y orientadora del hogar por los últimos 10 años. “Una vez en el hogar, se le coordinan los servicios de acuerdo a la necesidad de la participante”, añadió.

“Cuando llaman participantes al hogar con casos de emergencia se les orienta sobre el proceso a seguir, se interviene en la crisis para tranquilizar  a la persona y se escucha cuál es la situación para identificar las necesidades inmediatas”, dijo Rivera. “Si tiene que salir inmediatamente de la casa, se recomienda llamar a la policía en caso de que el agresor esté en la casa o esté amenazando con entrar. Si tiene la posibilidad de salir, debe llegar al cuartel más cercano para una radicación de querella y una solicitud de orden de protección que le apoye en el proceso de un tribunal”, explicó la trabajadora social.

Actualmente este albergue refugia a dos mujeres con distintas situaciones, pero el mismo denominador común; la violencia. “Mi compañero me agredía desde que estaba embarazada. Nos separamos, pero volví con él cuando mi hijo tenía 8 meses porque sentía que con él era con quien quería estar”, expresó Edith. “Me maltrató física y verbalmente. Yo quería salir de esto, pero no encontraba manera por miedo y sus amenazas de muerte; por más que yo le dijera la verdad o una mentira me agredía de todas maneras”, añadió.

Edith, una joven madre de 23 años, mostrando un poco de timidez, pero al mismo tiempo valor, continuó su historia diciendo: “No me dejaba estudiar pensando que podía relacionarme con otro hombre. Él tampoco quería trabajar porque, supuestamente, ese era el momento para yo serle infiel; me verificaba el teléfono constantemente. Finalmente, ante la constante agresión, una noche corrí hasta el cuartel más cercano a pedir ayuda y me enviaron a este hogar por seguridad”.

Otro de los casos que se trabajan en la institución es el de Norma, 55, y madre de dos chicas de 17 y 21 años. Está separada de su agresor desde hace 16 años. Al principio, tuvo dificultad para ser aceptada en un hogar de mujeres maltratadas por la edad de sus hijas. “Estoy aquí porque surgió una situación con el papá de mis nenas, me enviaron a fiscalía y luego me aceptaron aquí con mis hijas”, dijo Norma con la mirada perdida y sin dejar de apretarse las manos. “Yo espero que todo se solucione por el bien de mis hijas y el propio también, me están ayudando para un traslado de vivienda por seguridad en otro pueblo”.

Este hogar cuenta con 6 habitaciones, una por cada familia. También, hay una manejadora de casos que trabaja el aspecto emocional, además de coordinar las citas en el tribunal; ya que muchas de ellas llegan con órdenes de protección y casos de ley 54. Hay una red que tiene la procuradora de la mujer a nivel de todo Puerto Rico donde las unidades de violencia doméstica  de los albergues se encargan de esas líneas, incluyendo las intercesoras legales. “En el caso nuestro, yo tengo la línea de lunes, jueves y fines de semana alternos con la trabajadora social. Tenemos que estar disponibles 24 horas”, expresó Wanda Tirado, manejadora de casos e intercesora legal del hogar.

“Llegan los casos de las víctimas, pero algunas tienen una codependencia  de su situación y buscan que ocurran eventos para llegar a un lugar como éste y lograr lo que afuera no han podido, con el propósito de darle estabilidad física a ese agresor”, señaló Tirado. “Estos son los casos de mujeres que buscan un hogar y cuando las visitas para dar seguimiento te recibe el agresor en la puerta”.

El programa de orientación legal tiene el propósito de acompañar y apoyar a la mujer durante todo el proceso judicial para evitar que ésta retire los cargos criminales y civiles ya comenzados. También, está el proyecto de Capacitación Empresarial Nueva Mujer que busca dirigir hacia el autoempleo a las sobrevivientes de violencia doméstica.

Lierika Torres, coordinadora de servicios, se encarga de todas las necesidades de las participantes en el albergue. Su trabajo consta de coordinar los servicios médicos, alimentación, citas con el Departamento de la Familia y mantener la estructura en buenas condiciones.

“Una vez las participantes pasan por el proceso, son reubicadas. Si caen en el círculo de la violencia doméstica, nuevamente, no pueden volver al mismo refugio por razones de seguridad; deben dirigirse a otro hogar”, indicó Torres. “Por otro lado, hemos visto muchos casos de superación con los que aún mantenemos comunicación. De verdad que vale la pena todo el proceso para ayudarlas a salir de ese círculo”.





 




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